martes, 14 de octubre de 2014

"SÓLO ES UN JUEGO."


Tan sólo cinco años o seis añitos y ella escuchaba a su abuelo como Heidi junto al suyo.
¿Quién no recuerda a Heidi? no me perdía capítulo, qué dibujos animados más bonitos había en nuestra infancia. Sus colores, la ternura que reflejaban, la moraleja que nos dejaban. ¿Habrá alguno así en las animaciones de hoy? ¡Cómo cambia todo!

¡Cómo cambia todo! piensa Malena hoy. (Malena es el nombre de nuestro personaje la mayor de sus hermanas y su abuelo se llamará simplemente eso... "el abuelo")

La pequeña Malena jugando con sus hermanas, esperando que llegase el domingo y así poder ver y jugar con sus abuelos. Siempre, cada día de la semana deseando que pasara pronto la semana para poder jugar con ellos.
La abuela, siempre seria, poco por no decir nada demostrativa para con sus nietas en cambio el abuelo, hombre alegre, gracioso y le encantaba jugar a las muñecas con las nietas y ellas felices.
Siempre esperando a que llegase el domingo hasta que un día ese sería el peor día, el menos deseado y esperado.

¡Sólo es un juego! el abuelo sentaba a Malena sobre sus piernas y le susurraba al oído "¡Sólo es un juego!" lo repetía cada vez que se encontraban a solas "¡Sólo es un juego!"
Mientras Malena sentada sobre las piernas de su abuelo, este colocaba sus manos en la entrepierna de la niña, ella se volvía a mirarlo y él repetía "¡Sólo es un juego verás cómo te gustará!" Malena bajaba la mirada y aceptaba no sabía qué pasaba.
Era muy difícil para una niña comprender lo que sucedía en ese momento y que aquello ¿podría ser algo malo viniendo de su abuelo a quien quería tanto?.
El abuelo posaba su mano por debajo de la faldita y la acariciaba. "¿Te gusta?" le preguntaba? pero Malena sólo callaba, no sabía distinguir entre el bien y el mal pero algo no iba bien.
Cada domingo en algún momento del día el abuelo repetía estas caricias (como lo llamaba él) en la entrepierna de Malena, pero llegó un día que le dijo además de "sólo es un juego" "¡Quererse el algo bonito y para quererse hay que darse muchos besos!" "¿Tú me quieres verdad?" Malena no dudaba de cuanto quería a su abuelo pero seguía sin comprender, ese juego no era como los otros, como jugar a las muñecas, las escondidas, la mancha,... ese juego era distinto y no se sentía bien. Así fue que su abuelo le dijo que no podía contar a nadie nada sobre este juego, que era un secreto y que sólo Malena y él debían saberlo. Malena en su inocencia lo juró formando un cruz con sus deditos y besándola.

De inmediato el abuelo comenzó a acariciar sus piernas y le daba pequeños besitos en la boca, uno, otro, otro, otro más así hasta que introdujo su lengua dentro de su boquita y le dijo que hiciera ella lo mismo. Así fué pasando el tiempo, los meses ...

Un día Malena se dio cuenta que aquello no podía ser bueno, pero su abuelo la volvía a convencer de que aquello era un secreto y que lo hacía porque la quería mucho pero que no debían saberlo papá, ni mamá, ni la abuela. Un secreto de dos. Otra vez le hacía jurar sobre la cruz formada por sus deditos de que era un secreto.
No pasó mucho tiempo después de aquellos besos y caricias que luego la mano del abuelo comenzó adentrarse entre sus braguitas. A Malena le gustaba y creía que era bueno porque el abuelo se encargó muy bien de hacérselo entender así.

Algunos fines de semana los abuelos venían a por las niñas para llevarlas a su casa a pasar el fin de semana, era divertido pero desde que Malena llevaba guardado el secreto ya no se sentía tan segura en casa de los abuelos, algo había cambiado en ella.

Un noche cuando las niñas se encontraban ya dormidas en casa de los abuelos, él apareció, se arrodilló al lado de la camita de Malena y le susurró al oído "Tengo ganas de estar contigo Malena, ¿Me dejas acariciarte?" Mientras Malena despertaba sentía que el abuelo se metía dentro de la cama junto a ella y comenzaba el juego, la acariciaba en sus partes íntimas, la besaba y le decía despacito "¿Acabaste?" Malena no entendía, pero como esto sucedía muchos fines de semana comprendió las palabras del abuelo.

Malena se fue haciendo mayor ya tenía nueve años cuando el abuelo se apareció junto a su cama una vez más, se deslizó entre las sábanas junto a ella pero esa noche algo pasó, algo cambió en Malena y entendió ¿por qué era un secreto? y que ese juego era malo pero se calló, no dijo nada. El abuelo hizo lo de siempre y luego sacó su pene, le dijo que lo mirara y que lo tocara, Malena lo vio, sintió miedo y vergüenza, no quiso tocar pero entonces el abuelo cogió su manita e hizo que tocara el pene enorme y desagradable. Se notaba la fuerza con la que Malena quería escurrir su mano, sentía mucho miedo y por primera vez ¡Culpa! dichosa culpa, se condenaba "Culpable y llena de vergüenza".
"No pasa nada" susurraba el abuelo, le quitó las braguitas, se recostó sobre ella, la besó e intentó penetrarla pero le dolía tanto que al quejarse Malena el abuelo desistió por temor a que los escuchase la abuela y lo pudiese así descubrir y desenmascarar semejante comportamiento. Una violación en toda regla, sin penetración pero una violación.

Cada domingo se convertía en el día no deseado, cada fin de semana en casa de los abuelos se convirtió en la peor pesadilla pero esto no fue nada. Malena comenzó a negarse, se hacía la dormida y deseaba que el abuelo se fuera de la habitación mientras ella simulaba dormir profundamente. El abuelo le dijo un día "Eres muy mala conmigo que te quiero tanto" "No me gusta que seas mala conmigo" pero Malena que siempre callaba, sólo le contestaba negándose a esos juegos una y otra vez hasta que descubrió que el abuelo comenzó a jugar con otra de sus hermanas pero la pequeña contó a Malena que el abuelo la besaba y jugaban a los novios. Malena estaba furiosa, ya tenía diez años, aún una pequeña niña pero indignada como un adulto. No sabía ¿qué hacer? no podía contárselo a su madre, tenía miedo.

Era frágil y pequeña para enfrentarse ante aquel monstruo que acechaba a su hermana, no podía, no sabía qué hacer. Pero un día, un fin de semana en casa de su abuelo le pidió que la acariciase, que le gustaba y el abuelo le dijo que no, entonces Malena le dijo "si le haces esto a alguna de mis hermanas se lo cuento a mamá y papá" el abuelo se puso furioso y la amenazó "¡si hablas te vas a arrepentir!" y así lo que todo comenzó como un simple juego se transformó en la peor pesadilla de su vida.

Malena sumisa consentía los tocamientos de su abuelo a cambio de que no tocase a sus hermanas, se sentía responsable de ella y era la única forma que tenía para defenderlas de su abuelo. 


Cuando cumplió los once años Malena sentía tanta repugnancia hacia el abuelo que se enfrentó a él sin miedo alguno "Si me vuelves a tocar, si tocas a alguna de mis hermanas lo sabrán mis padres, mis hermanas y yo nos los contamos todo así que lo sabré".
A partir de aquel día todo terminó y aquel juego "¡Sólo es un juego!"Se quemó dentro del baúl de los recuerdos.




"SÓLO ES UN JUEGO."


Tan sólo cinco años o seis añitos y ella escuchaba a su abuelo como Heidi junto al suyo.
¿Quién no recuerda a Heidi? no me perdía capítulo, qué dibujos animados más bonitos había en nuestra infancia. Sus colores, la ternura que reflejaban, la moraleja que nos dejaban. ¿Habrá alguno así en las animaciones de hoy? ¡Cómo cambia todo!

¡Cómo cambia todo! piensa Malena hoy. (Malena es el nombre de nuestro personaje la mayor de sus hermanas y su abuelo se llamará simplemente eso... "el abuelo")

La pequeña Malena jugando con sus hermanas, esperando que llegase el domingo y así poder ver y jugar con sus abuelos. Siempre, cada día de la semana deseando que pasara pronto la semana para poder jugar con ellos.
La abuela, siempre seria, poco por no decir nada demostrativa para con sus nietas en cambio el abuelo, hombre alegre, gracioso y le encantaba jugar a las muñecas con las nietas y ellas felices.
Siempre esperando a que llegase el domingo hasta que un día ese sería el peor día, el menos deseado y esperado.

¡Sólo es un juego! el abuelo sentaba a Malena sobre sus piernas y le susurraba al oído "¡Sólo es un juego!" lo repetía cada vez que se encontraban a solas "¡Sólo es un juego!"
Mientras Malena sentada sobre las piernas de su abuelo, este colocaba sus manos en la entrepierna de la niña, ella se volvía a mirarlo y él repetía "¡Sólo es un juego verás cómo te gustará!" Malena bajaba la mirada y aceptaba no sabía qué pasaba.
Era muy difícil para una niña comprender lo que sucedía en ese momento y que aquello ¿podría ser algo malo viniendo de su abuelo a quien quería tanto?.
El abuelo posaba su mano por debajo de la faldita y la acariciaba. "¿Te gusta?" le preguntaba? pero Malena sólo callaba, no sabía distinguir entre el bien y el mal pero algo no iba bien.
Cada domingo en algún momento del día el abuelo repetía estas caricias (como lo llamaba él) en la entrepierna de Malena, pero llegó un día que le dijo además de "sólo es un juego" "¡Quererse el algo bonito y para quererse hay que darse muchos besos!" "¿Tú me quieres verdad?" Malena no dudaba de cuanto quería a su abuelo pero seguía sin comprender, ese juego no era como los otros, como jugar a las muñecas, las escondidas, la mancha,... ese juego era distinto y no se sentía bien. Así fue que su abuelo le dijo que no podía contar a nadie nada sobre este juego, que era un secreto y que sólo Malena y él debían saberlo. Malena en su inocencia lo juró formando un cruz con sus deditos y besándola.

De inmediato el abuelo comenzó a acariciar sus piernas y le daba pequeños besitos en la boca, uno, otro, otro, otro más así hasta que introdujo su lengua dentro de su boquita y le dijo que hiciera ella lo mismo. Así fué pasando el tiempo, los meses ...

Un día Malena se dio cuenta que aquello no podía ser bueno, pero su abuelo la volvía a convencer de que aquello era un secreto y que lo hacía porque la quería mucho pero que no debían saberlo papá, ni mamá, ni la abuela. Un secreto de dos. Otra vez le hacía jurar sobre la cruz formada por sus deditos de que era un secreto.
No pasó mucho tiempo después de aquellos besos y caricias que luego la mano del abuelo comenzó adentrarse entre sus braguitas. A Malena le gustaba y creía que era bueno porque el abuelo se encargó muy bien de hacérselo entender así.

Algunos fines de semana los abuelos venían a por las niñas para llevarlas a su casa a pasar el fin de semana, era divertido pero desde que Malena llevaba guardado el secreto ya no se sentía tan segura en casa de los abuelos, algo había cambiado en ella.

Un noche cuando las niñas se encontraban ya dormidas en casa de los abuelos, él apareció, se arrodilló al lado de la camita de Malena y le susurró al oído "Tengo ganas de estar contigo Malena, ¿Me dejas acariciarte?" Mientras Malena despertaba sentía que el abuelo se metía dentro de la cama junto a ella y comenzaba el juego, la acariciaba en sus partes íntimas, la besaba y le decía despacito "¿Acabaste?" Malena no entendía, pero como esto sucedía muchos fines de semana comprendió las palabras del abuelo.

Malena se fue haciendo mayor ya tenía nueve años cuando el abuelo se apareció junto a su cama una vez más, se deslizó entre las sábanas junto a ella pero esa noche algo pasó, algo cambió en Malena y entendió ¿por qué era un secreto? y que ese juego era malo pero se calló, no dijo nada. El abuelo hizo lo de siempre y luego sacó su pene, le dijo que lo mirara y que lo tocara, Malena lo vio, sintió miedo y vergüenza, no quiso tocar pero entonces el abuelo cogió su manita e hizo que tocara el pene enorme y desagradable. Se notaba la fuerza con la que Malena quería escurrir su mano, sentía mucho miedo y por primera vez ¡Culpa! dichosa culpa, se condenaba "Culpable y llena de vergüenza".
"No pasa nada" susurraba el abuelo, le quitó las braguitas, se recostó sobre ella, la besó e intentó penetrarla pero le dolía tanto que al quejarse Malena el abuelo desistió por temor a que los escuchase la abuela y lo pudiese así descubrir y desenmascarar semejante comportamiento. Una violación en toda regla, sin penetración pero una violación.

Cada domingo se convertía en el día no deseado, cada fin de semana en casa de los abuelos se convirtió en la peor pesadilla pero esto no fue nada. Malena comenzó a negarse, se hacía la dormida y deseaba que el abuelo se fuera de la habitación mientras ella simulaba dormir profundamente. El abuelo le dijo un día "Eres muy mala conmigo que te quiero tanto" "No me gusta que seas mala conmigo" pero Malena que siempre callaba, sólo le contestaba negándose a esos juegos una y otra vez hasta que descubrió que el abuelo comenzó a jugar con otra de sus hermanas pero la pequeña contó a Malena que el abuelo la besaba y jugaban a los novios. Malena estaba furiosa, ya tenía diez años, aún una pequeña niña pero indignada como un adulto. No sabía ¿qué hacer? no podía contárselo a su madre, tenía miedo.

Era frágil y pequeña para enfrentarse ante aquel monstruo que acechaba a su hermana, no podía, no sabía qué hacer. Pero un día, un fin de semana en casa de su abuelo le pidió que la acariciase, que le gustaba y el abuelo le dijo que no, entonces Malena le dijo "si le haces esto a alguna de mis hermanas se lo cuento a mamá y papá" el abuelo se puso furioso y la amenazó "¡si hablas te vas a arrepentir!" y así lo que todo comenzó como un simple juego se transformó en la peor pesadilla de su vida.

Malena sumisa consentía los tocamientos de su abuelo a cambio de que no tocase a sus hermanas, se sentía responsable de ella y era la única forma que tenía para defenderlas de su abuelo. 


Cuando cumplió los once años Malena sentía tanta repugnancia hacia el abuelo que se enfrentó a él sin miedo alguno "Si me vuelves a tocar, si tocas a alguna de mis hermanas lo sabrán mis padres, mis hermanas y yo nos los contamos todo así que lo sabré".
A partir de aquel día todo terminó y aquel juego "¡Sólo es un juego!"Se quemó dentro del baúl de los recuerdos.