viernes, 31 de octubre de 2014

"EL PASILLO"

Con el alma en vilo, con el alma henchida, sentimientos, palabras sueltas, sentir, sentir, sentir, no puedo frenarlo, sólo hay una necesidad que es sacar fuera todo lo que tengo dentro, ganas de gritar, de estallar, de ver la luz, el resplandor como fuegos de artificio frente a mí con sus colores y estallidos llenos de colores que brillan en lo alto.
Yo pequeña contemplando ese estallar que parece mi corazón abriéndose a la vida, sacando fuera y dejando entrar a la vez. Es la apertura, la puerta abierta; como un niño pequeño frente a una puerta inmensa que se abre ante un nuevo camino que le aguarda, el camino que desea ser recorrido, andado, pisado y sentido; un camino que envuelve y eleva hacia lo más alto.
Esta necesidad irrefrenable de escribir de reflejar en un papel todo aquello que el corazón me dicta sin respiro, tan rápido, tan intenso, tan hermoso y dulce, lleno de lágrimas y alegría a la vez, el camino.
¿A dónde me lleva? ¿Cuál es el final? No lo veo, el final está lejos como en aquel sueño a los 13 años.

Me encontraba en clase cuando la religiosa nos pidió que cerrásemos los ojos, que hiciéramos silencio y sólo escuchásemos nuestro corazón, que nos dejásemos llevar por lo que el corazón nos mostraba en ese instante y lo dejásemos salir.
Ante mí una enorme pantalla de cine, todas las luces se apagan y sólo se refleja una en la gran pantalla blanca, enorme, magnífica, sin imagen, sólo una gran pantalla de cine ante mí, la cual me hacía insignificante. Poco a poco se acercaba a mí para envolverme y meterme dentro para reflejar mi película.

Sigo sintiendo mi respiración y me veo ahí, sola, pequeña, silenciosa con la mirada en busca.
De pronto aparece un gran pasillo lleno de cuadros en sus paredes, a ambos lados, a la derecha, a la izquierda, cuadros, muchos cuadros con colores y personajes de la edad media, sus recuadros dorados, muy dorados; entre medio veo puertas, son habitaciones a ambos lados del largo pasillo.
Abro tímida una puerta y veo una habitación con su cama, todo muy austero casi pelado diría yo, nada que ver con la imagen recargada del pasillo, intento abrir otra habitación del lado opuesto a la anterior y veo más de lo mismo, austeridad, mucha austeridad, silencio, frialdad, blancura y desolación; la cierro despacio cabizbaja y silenciosa y miro hacia delante, camino, sigo caminando y el pasillo pareciera no tener final, sus cuadros, sus puertas en ambos lados me acompañan. Me invade la desolación, siento frío y quiero salir de esta imagen, no puedo, lucho con todas mis fuerzas por salir y abrir los ojos pero no puedo, comienzan a caer las lágrimas de mis ojos mientras avanzo rápidamente, ya no llevo el control de mi andar, mis pies gobiernan mi mente mientras mi corazón sufre y lucha por salir de ese camino, de esa casa interminable, de ese sueño.

El pasillo se eleva, no puedo parar sigo corriendo hacia delante con las lágrimas a borbotones y un apretón en el pecho, quiero salir y no puedo, sigo hacia delante con desesperación porque ya no tengo el control de mis pasos.
¡Quiero despertar, despertar, quiero despertar! ¡Por favor! ¡Debo salir! Y sigo avanzando cada vez a mayor velocidad por momentos me veo fija en el suelo mientras la imagen del pasillo enorme me invade y pasa velozmente sin acabar, sin llegar nunca al final.

¡Abrid los ojos! ¡Lentamente, respirad y abrid los ojos! ¿Qué habéis sentido? De lejos oía estas palabras y yo no podía salir de este sueño.
¡Ya! Algo hizo clic y mis ojos se abrieron, la casa se esfumó y con ella el pasillo con sus puertas y cuadros. Ya estaba otra vez en mi clase de literatura con la hermana Leticia.
Sentía angustia, no podía contar cómo me había sentido. Escuchaba los comentarios y sentimientos de mis compañeros pero yo permanecía en silencio, con la mirada perdida por la angustia provocada por aquel sueño.
Suena el timbre para salir al recreo y respiro hondo, me siento rara, lejana, no puedo centrarme, me viene bien este descanso antes de continuar con la clase siguiente.
Mientras mis compañeras salen yo trato de volver a mi ser, intento volver, sentirme; entonces la hermana Leticia se acerca y me dice: “quiero que vengas a rectoría después del recreo, te estaré esperando para hablar” Me sentí feliz porque le tenía mucho afecto y me hizo sentir acompañada en ese momento, alguien que se preocupaba por mí; pero a la vez asustada ¿qué me dirá? Espero no tener que contarle lo que he sentido en ese ejercicio de relajación porque ha sido muy angustioso y no quiero volver a revivirlo.

Terminado el recreo llamo a la puerta de rectoría y ahí estaba ella dentro, sola y me dice: “pasa Malena” entro tímidamente, cuando me encuentro frente a las personas que quiero tanto me inhibo mucho, me paralizo, es una sensación entre alegría y temor pero me gusta.
Sentadas una frente a la otra me hace la pregunta que no quería oír “¿qué ha pasado en el ejercicio? ¿Cómo te has sentido?
Lloré tanto, que me dolía la garganta del ahogo que me provocaba pero a la vez necesitaba sacarlo todo fuera como un manantial de agua mansa, soltar hasta la última gota, no dejar nada que ya habrá momento para volver llenar los ojos de lágrimas.

Con todas sus muestras de ternura y cariño hacia mí me consoló, me abrazó y me dijo una sola frase que puso la imagen verdadera de esa experiencia delante de mí y la cual no era capaz de ver por tanta angustia sentida.
“Lloras la muerte de tu hermano a quien has amado tanto desde antes de nacer y le seguirás amando en el recuerdo porque no se va, se queda ahí en tu corazón” “Cuida a mamá que ella también lo llora”.
Desde aquel día me sentí fuerte y me hacía feliz entrar en mi interior, mirar y buscar el tesoro que allí dentro se encuentra y que es mi esencia.



Cada día debo buscarme para vivir mi vida.


"EL PASILLO"

Con el alma en vilo, con el alma henchida, sentimientos, palabras sueltas, sentir, sentir, sentir, no puedo frenarlo, sólo hay una necesidad que es sacar fuera todo lo que tengo dentro, ganas de gritar, de estallar, de ver la luz, el resplandor como fuegos de artificio frente a mí con sus colores y estallidos llenos de colores que brillan en lo alto.
Yo pequeña contemplando ese estallar que parece mi corazón abriéndose a la vida, sacando fuera y dejando entrar a la vez. Es la apertura, la puerta abierta; como un niño pequeño frente a una puerta inmensa que se abre ante un nuevo camino que le aguarda, el camino que desea ser recorrido, andado, pisado y sentido; un camino que envuelve y eleva hacia lo más alto.
Esta necesidad irrefrenable de escribir de reflejar en un papel todo aquello que el corazón me dicta sin respiro, tan rápido, tan intenso, tan hermoso y dulce, lleno de lágrimas y alegría a la vez, el camino.
¿A dónde me lleva? ¿Cuál es el final? No lo veo, el final está lejos como en aquel sueño a los 13 años.

Me encontraba en clase cuando la religiosa nos pidió que cerrásemos los ojos, que hiciéramos silencio y sólo escuchásemos nuestro corazón, que nos dejásemos llevar por lo que el corazón nos mostraba en ese instante y lo dejásemos salir.
Ante mí una enorme pantalla de cine, todas las luces se apagan y sólo se refleja una en la gran pantalla blanca, enorme, magnífica, sin imagen, sólo una gran pantalla de cine ante mí, la cual me hacía insignificante. Poco a poco se acercaba a mí para envolverme y meterme dentro para reflejar mi película.

Sigo sintiendo mi respiración y me veo ahí, sola, pequeña, silenciosa con la mirada en busca.
De pronto aparece un gran pasillo lleno de cuadros en sus paredes, a ambos lados, a la derecha, a la izquierda, cuadros, muchos cuadros con colores y personajes de la edad media, sus recuadros dorados, muy dorados; entre medio veo puertas, son habitaciones a ambos lados del largo pasillo.
Abro tímida una puerta y veo una habitación con su cama, todo muy austero casi pelado diría yo, nada que ver con la imagen recargada del pasillo, intento abrir otra habitación del lado opuesto a la anterior y veo más de lo mismo, austeridad, mucha austeridad, silencio, frialdad, blancura y desolación; la cierro despacio cabizbaja y silenciosa y miro hacia delante, camino, sigo caminando y el pasillo pareciera no tener final, sus cuadros, sus puertas en ambos lados me acompañan. Me invade la desolación, siento frío y quiero salir de esta imagen, no puedo, lucho con todas mis fuerzas por salir y abrir los ojos pero no puedo, comienzan a caer las lágrimas de mis ojos mientras avanzo rápidamente, ya no llevo el control de mi andar, mis pies gobiernan mi mente mientras mi corazón sufre y lucha por salir de ese camino, de esa casa interminable, de ese sueño.

El pasillo se eleva, no puedo parar sigo corriendo hacia delante con las lágrimas a borbotones y un apretón en el pecho, quiero salir y no puedo, sigo hacia delante con desesperación porque ya no tengo el control de mis pasos.
¡Quiero despertar, despertar, quiero despertar! ¡Por favor! ¡Debo salir! Y sigo avanzando cada vez a mayor velocidad por momentos me veo fija en el suelo mientras la imagen del pasillo enorme me invade y pasa velozmente sin acabar, sin llegar nunca al final.

¡Abrid los ojos! ¡Lentamente, respirad y abrid los ojos! ¿Qué habéis sentido? De lejos oía estas palabras y yo no podía salir de este sueño.
¡Ya! Algo hizo clic y mis ojos se abrieron, la casa se esfumó y con ella el pasillo con sus puertas y cuadros. Ya estaba otra vez en mi clase de literatura con la hermana Leticia.
Sentía angustia, no podía contar cómo me había sentido. Escuchaba los comentarios y sentimientos de mis compañeros pero yo permanecía en silencio, con la mirada perdida por la angustia provocada por aquel sueño.
Suena el timbre para salir al recreo y respiro hondo, me siento rara, lejana, no puedo centrarme, me viene bien este descanso antes de continuar con la clase siguiente.
Mientras mis compañeras salen yo trato de volver a mi ser, intento volver, sentirme; entonces la hermana Leticia se acerca y me dice: “quiero que vengas a rectoría después del recreo, te estaré esperando para hablar” Me sentí feliz porque le tenía mucho afecto y me hizo sentir acompañada en ese momento, alguien que se preocupaba por mí; pero a la vez asustada ¿qué me dirá? Espero no tener que contarle lo que he sentido en ese ejercicio de relajación porque ha sido muy angustioso y no quiero volver a revivirlo.

Terminado el recreo llamo a la puerta de rectoría y ahí estaba ella dentro, sola y me dice: “pasa Malena” entro tímidamente, cuando me encuentro frente a las personas que quiero tanto me inhibo mucho, me paralizo, es una sensación entre alegría y temor pero me gusta.
Sentadas una frente a la otra me hace la pregunta que no quería oír “¿qué ha pasado en el ejercicio? ¿Cómo te has sentido?
Lloré tanto, que me dolía la garganta del ahogo que me provocaba pero a la vez necesitaba sacarlo todo fuera como un manantial de agua mansa, soltar hasta la última gota, no dejar nada que ya habrá momento para volver llenar los ojos de lágrimas.

Con todas sus muestras de ternura y cariño hacia mí me consoló, me abrazó y me dijo una sola frase que puso la imagen verdadera de esa experiencia delante de mí y la cual no era capaz de ver por tanta angustia sentida.
“Lloras la muerte de tu hermano a quien has amado tanto desde antes de nacer y le seguirás amando en el recuerdo porque no se va, se queda ahí en tu corazón” “Cuida a mamá que ella también lo llora”.
Desde aquel día me sentí fuerte y me hacía feliz entrar en mi interior, mirar y buscar el tesoro que allí dentro se encuentra y que es mi esencia.



Cada día debo buscarme para vivir mi vida.


viernes, 24 de octubre de 2014

"LOS SUEÑOS"

¡Madre mía qué dura es la vida!
¡Sólo sueños... pero reflejan una realidad, así que no son sólo sueños!

Malena sueña, Malena sueña un día, otro día, otro más y otro... así siempre, cada noche y cada tarde si duerme siesta.
A veces poco recuerda de lo soñado, pero la mayoría de las veces recuerda el sueño entero; gracioso por cierto porque los sueños de Malena son descabellados pero lo interesante es que muchos tienen principio - medio y fin todo un cuento, una historia, un relato, un guión de cine, un cortometraje... interesante aunque vuelvo a reiterar "descabellados".
A veces sus sueños dejan un sabor dulce pero otras amargo dejándola llena de angustia y cuando parecen tan reales le dejan ganas de llorar o reír; otras veces son sueños que a penas recuerda pero le dejan un no se qué y alguna que otra imagen perdida.

Sí, sus sueños no sólo parecen historias completas, historias que pueden ser reales, historias que dejan emociones sino que también tienen color, personas, vidas, olores. Sueños reales.

¿Qué sueña Malena hoy? Pufff, no lo sabemos, mucho sueña ella. Pero casi siempre aquello que está dando vueltas en su cabeza, en su propia vida, en lo vivido durante el día, en las cosas simples y cosas que la van marcando, que van dejando huella en su interior.
Todo esto se entremezcla con imágenes, olores, personas, movimientos, colores, sucesos vividos en el día, relaciones, etc... y todo esto será el resultado de pequeñas historias descabelladas o no tanto pero sueños que tienen una puerta, sí una puerta secreta, el camino a la realidad enmascarada que sólo se puede ver con una mirada sin límites, atravesando la puerta y mirando detrás de cada persona, cada color, olor, situación... si miras más allá verás lo que Malena sueña y su propia realidad.


"LOS SUEÑOS"

¡Madre mía qué dura es la vida!
¡Sólo sueños... pero reflejan una realidad, así que no son sólo sueños!

Malena sueña, Malena sueña un día, otro día, otro más y otro... así siempre, cada noche y cada tarde si duerme siesta.
A veces poco recuerda de lo soñado, pero la mayoría de las veces recuerda el sueño entero; gracioso por cierto porque los sueños de Malena son descabellados pero lo interesante es que muchos tienen principio - medio y fin todo un cuento, una historia, un relato, un guión de cine, un cortometraje... interesante aunque vuelvo a reiterar "descabellados".
A veces sus sueños dejan un sabor dulce pero otras amargo dejándola llena de angustia y cuando parecen tan reales le dejan ganas de llorar o reír; otras veces son sueños que a penas recuerda pero le dejan un no se qué y alguna que otra imagen perdida.

Sí, sus sueños no sólo parecen historias completas, historias que pueden ser reales, historias que dejan emociones sino que también tienen color, personas, vidas, olores. Sueños reales.

¿Qué sueña Malena hoy? Pufff, no lo sabemos, mucho sueña ella. Pero casi siempre aquello que está dando vueltas en su cabeza, en su propia vida, en lo vivido durante el día, en las cosas simples y cosas que la van marcando, que van dejando huella en su interior.
Todo esto se entremezcla con imágenes, olores, personas, movimientos, colores, sucesos vividos en el día, relaciones, etc... y todo esto será el resultado de pequeñas historias descabelladas o no tanto pero sueños que tienen una puerta, sí una puerta secreta, el camino a la realidad enmascarada que sólo se puede ver con una mirada sin límites, atravesando la puerta y mirando detrás de cada persona, cada color, olor, situación... si miras más allá verás lo que Malena sueña y su propia realidad.


sábado, 18 de octubre de 2014

"LA COSA"

Cuando crees que la vida ya te ha golpeado lo suficiente como para haber caído bien bajo algo nuevo aparece.

Un día de paseo con amigas, disfrutando de un hermoso día de primavera, caminando junto a un estanque Malena cae al agua, una de sus amigas le tiende la mano para ayudarla a salir del agua mientras las demás sólo miraban. Malena lo intentaba pero no lograba salir de allí, era como si una fuerza desde la profundidad del agua la hiciera sumergirse más, la mano desde fuera se esforzaba por socorrerla pero cuando Malena intentaba sacar la cabeza y cogerse de aquella mano, nuevamente una fuerza desde la profundidad la cogía de sus pies sumergiéndola una vez más. Menudo susto, ¿qué hay allí abajo? ¡algo me ha tocado las piernas y me las ha cogido! ¿qué hay? ¡Ayuda! pero por más que la mano desde fuera del estanque intentaba socorrerla era imposible salir de allí.
Malena agotada, casi ya sin fuerzas se dejó sumergir en la profundidad, menuda susto ¡madre mía! Una cosa, una masa verde amorfa, horrible y aterradora, como una gelatina enorme con gran peso. Malena intentó una vez más, el último esfuerzo por salir pero cuando asomó su cabeza fuera del agua ya no había nadie para socorrerla, estaba sola, la habían dejado sola como si nada hubiese pasado con ella. Agotó toda su fuerza y de a poco se cogió de la hierba, parecía que ya salía de aquella pesadilla, tenía ya medio cuerpo fuera, ilusionada por haber agotado sus fuerzas con buen resultado. Plafff, ¡Nooooooooo! Otra vez en la profundidad y esa cosa verde que saca forma de brazos y la coge, qué desesperación, intentar nadar pero ya es imposible asomar la cabeza fuera del agua, ya no hay fuerzas, agotada, derrumbada, entregada se deja caer en los brazos de aquella cosa amorfa, verde que ahora no sólo parece tener brazos sino manos con unas uñas larguísimas pintadas de un rojo fuerte, ojos enormes con pestañas negras, largas y gigantes... ¡qué horror! pero ya no tenía más fuerzas, sólo contemplaba la cosa verde atónita y sin miedo, de pronto se formaron los labios grandes, rojos carmín, carnosos y repugnantes como si de un sapo enorme se tratara. Malena no salía de su asombro, no daba crédito a lo que estaba frente a sus ojos.
Sí, con asombro pero sin miedo, eso sí un poco de asco sentía hacia la criatura horrenda que la retenía en aquellas profundidades, en vez de un estante parecían las profundidades del océano silencioso, lejos de encontrar cualquier ayuda que pudiera sacarla de allí.

La cosa, se acercó a Malena lentamente, ella sólo miraba con un poco de temor.
La cosa la cogió fuertemente casi haciéndole daño e intentó besar los labios de Malena con esa boca carnosa y asquerosa; Malena puso resistencia, hacía fuerza inclinándose hacia atrás, alejando su cara pero las uñas de aquella cosa (media mujer-monstruo-sapo gigante) se enterraban en sus brazos y ante tanto dolor Malena dejaba de forcejear.
La cosa volvió a acercarse e intentarlo, Malena otra vez se retira viendo sangrar sus brazos por aquellas largas uñas clavada.
Mucho dolor, mucho agotamiento, ya no puede más y se entrega, se entrega a la cosa verde de labios rojos, carnosos y repugnantes, se entrega y se deja besar pero cuando la besa... Malena descubre que es el beso más dulce que le habían dado, el beso más tierno que recibió jamás. Se retira, mira a la cosa como algo feo, repugnante pero que sin embargo le gusta, como si de un hechizo se tratara pero no,... no era un hechizo, era real, "LA COSA" es Malena misma, es la Malena que habita en su interior, la Malena que grita desde el oscuro interior salir a la luz y ser libre, ser una sola Malena.
"La Cosa" es todo aquello que Malena no acepta de sí misma, todo lo que le repugna de sí misma.

Malena ante este entendimiento, ante este descubrimiento de sí misma, decide acercarse ella misma a "la cosa", la toma de las manos y la abraza fuerte.
Malena abraza con ternura toda la fealdad que no aceptaba de ella misma y aquí comienza un largo camino de aceptación.

¡Bendito Estanque! ¡Bendita Cosa Verde y asquerosa! ¡Amada Malena!

"LA COSA"

Cuando crees que la vida ya te ha golpeado lo suficiente como para haber caído bien bajo algo nuevo aparece.

Un día de paseo con amigas, disfrutando de un hermoso día de primavera, caminando junto a un estanque Malena cae al agua, una de sus amigas le tiende la mano para ayudarla a salir del agua mientras las demás sólo miraban. Malena lo intentaba pero no lograba salir de allí, era como si una fuerza desde la profundidad del agua la hiciera sumergirse más, la mano desde fuera se esforzaba por socorrerla pero cuando Malena intentaba sacar la cabeza y cogerse de aquella mano, nuevamente una fuerza desde la profundidad la cogía de sus pies sumergiéndola una vez más. Menudo susto, ¿qué hay allí abajo? ¡algo me ha tocado las piernas y me las ha cogido! ¿qué hay? ¡Ayuda! pero por más que la mano desde fuera del estanque intentaba socorrerla era imposible salir de allí.
Malena agotada, casi ya sin fuerzas se dejó sumergir en la profundidad, menuda susto ¡madre mía! Una cosa, una masa verde amorfa, horrible y aterradora, como una gelatina enorme con gran peso. Malena intentó una vez más, el último esfuerzo por salir pero cuando asomó su cabeza fuera del agua ya no había nadie para socorrerla, estaba sola, la habían dejado sola como si nada hubiese pasado con ella. Agotó toda su fuerza y de a poco se cogió de la hierba, parecía que ya salía de aquella pesadilla, tenía ya medio cuerpo fuera, ilusionada por haber agotado sus fuerzas con buen resultado. Plafff, ¡Nooooooooo! Otra vez en la profundidad y esa cosa verde que saca forma de brazos y la coge, qué desesperación, intentar nadar pero ya es imposible asomar la cabeza fuera del agua, ya no hay fuerzas, agotada, derrumbada, entregada se deja caer en los brazos de aquella cosa amorfa, verde que ahora no sólo parece tener brazos sino manos con unas uñas larguísimas pintadas de un rojo fuerte, ojos enormes con pestañas negras, largas y gigantes... ¡qué horror! pero ya no tenía más fuerzas, sólo contemplaba la cosa verde atónita y sin miedo, de pronto se formaron los labios grandes, rojos carmín, carnosos y repugnantes como si de un sapo enorme se tratara. Malena no salía de su asombro, no daba crédito a lo que estaba frente a sus ojos.
Sí, con asombro pero sin miedo, eso sí un poco de asco sentía hacia la criatura horrenda que la retenía en aquellas profundidades, en vez de un estante parecían las profundidades del océano silencioso, lejos de encontrar cualquier ayuda que pudiera sacarla de allí.

La cosa, se acercó a Malena lentamente, ella sólo miraba con un poco de temor.
La cosa la cogió fuertemente casi haciéndole daño e intentó besar los labios de Malena con esa boca carnosa y asquerosa; Malena puso resistencia, hacía fuerza inclinándose hacia atrás, alejando su cara pero las uñas de aquella cosa (media mujer-monstruo-sapo gigante) se enterraban en sus brazos y ante tanto dolor Malena dejaba de forcejear.
La cosa volvió a acercarse e intentarlo, Malena otra vez se retira viendo sangrar sus brazos por aquellas largas uñas clavada.
Mucho dolor, mucho agotamiento, ya no puede más y se entrega, se entrega a la cosa verde de labios rojos, carnosos y repugnantes, se entrega y se deja besar pero cuando la besa... Malena descubre que es el beso más dulce que le habían dado, el beso más tierno que recibió jamás. Se retira, mira a la cosa como algo feo, repugnante pero que sin embargo le gusta, como si de un hechizo se tratara pero no,... no era un hechizo, era real, "LA COSA" es Malena misma, es la Malena que habita en su interior, la Malena que grita desde el oscuro interior salir a la luz y ser libre, ser una sola Malena.
"La Cosa" es todo aquello que Malena no acepta de sí misma, todo lo que le repugna de sí misma.

Malena ante este entendimiento, ante este descubrimiento de sí misma, decide acercarse ella misma a "la cosa", la toma de las manos y la abraza fuerte.
Malena abraza con ternura toda la fealdad que no aceptaba de ella misma y aquí comienza un largo camino de aceptación.

¡Bendito Estanque! ¡Bendita Cosa Verde y asquerosa! ¡Amada Malena!

miércoles, 15 de octubre de 2014

"UN CAMINO INTERIOR"

Un camino al interior.


Malena ha sido una pequeña muy alegre, sensible, simpática, con ojos pequeños pero tristones, de voz dulce y suave; le gusta la música desde que era un bebé, su madre le contaba que cuando nació, llegó a casa arropada entre sus brazos y cuando Malena tenía sueño lloraba pero al acostarla en la cuna su mamá encendía la radio en la emisora de música clásica entonces Malena dejaba de llorar y se entregaba al más dulce de sus sueños.

A medida que fue creciendo Malena encontró en la música su refugio, su mundo y sobraban las palabras, siempre dormía escuchando música.
En la adolescencia le regalaron para su cumple un radiocasete ¡Qué ilusión más grande! Era el regalo más deseado.
Todos los días y todas las noches se colocaba los cascos para entrar en ese inmenso mundo de la música que a su vez la trasportaba a otro mundo, su mundo interior. Así, poco a poco, sin despegarse de la música se fue adentrando al mundo interior. Todo aquello que había vivido hasta ahora, lo bueno, lo malo, todo ello estaba allí, en ese mundo interior.

¿Cuál es la llave que abrirá esta puerta? se preguntaba, la puerta, el paso al interior, solo un paso y estaría en el otro lado. Sentía ganas y deseaba intensamente poder llegar al otro lado, traspasar la puerta que le mostraría su mundo interior.
Pero para ello había que emprender un gran camino, nada fácil por cierto, pero no imposible de andar.

Malena se hizo mayor, se dedicó a la música, era su compañera de viaje, la música era "la llave que abriría la puerta al mundo interior".
Poco a poco, lentamente, cada día dando pasos, trabajando y esforzándose mucho, con una única compañera "la música", llegó el día y abrió la puerta que tanto le intrigaba.
Imposible pensaba, allí había de todo, se encontró con muchas cosas, cosas que dolían mucho pero sobretodo encontró a otra Malena que gritaba con todas sus fuerzas pidiendo ser libre.
¡Qué susto más grande! No había nada mágico en el mundo interior, solo dolor, piedras, espinas, oscuridad y una voz clamando libertad.

Los días pasaron, los meses pasaron y los años también pasaron pero Malena pese al horror que encontró en su interior siguió intentando una y otra vez adentrarse sin miedos, abrazando sus miedos, amando sus miedos y ello la llevó a abrazarse, amarse, respetarse y aceptarse a sí misma.

Los días pasaron, los meses pasaron y los años también pasaron. Malena es una una mujer entera y libre porque dio el paso a su mundo interior, abrazó e hizo uno el mundo exterior y el interior dejando libre a aquella voz que gritaba desangrada desde lo más profundo de su ser.
Malena es libre de sí misma.

"UN CAMINO INTERIOR"

Un camino al interior.


Malena ha sido una pequeña muy alegre, sensible, simpática, con ojos pequeños pero tristones, de voz dulce y suave; le gusta la música desde que era un bebé, su madre le contaba que cuando nació, llegó a casa arropada entre sus brazos y cuando Malena tenía sueño lloraba pero al acostarla en la cuna su mamá encendía la radio en la emisora de música clásica entonces Malena dejaba de llorar y se entregaba al más dulce de sus sueños.

A medida que fue creciendo Malena encontró en la música su refugio, su mundo y sobraban las palabras, siempre dormía escuchando música.
En la adolescencia le regalaron para su cumple un radiocasete ¡Qué ilusión más grande! Era el regalo más deseado.
Todos los días y todas las noches se colocaba los cascos para entrar en ese inmenso mundo de la música que a su vez la trasportaba a otro mundo, su mundo interior. Así, poco a poco, sin despegarse de la música se fue adentrando al mundo interior. Todo aquello que había vivido hasta ahora, lo bueno, lo malo, todo ello estaba allí, en ese mundo interior.

¿Cuál es la llave que abrirá esta puerta? se preguntaba, la puerta, el paso al interior, solo un paso y estaría en el otro lado. Sentía ganas y deseaba intensamente poder llegar al otro lado, traspasar la puerta que le mostraría su mundo interior.
Pero para ello había que emprender un gran camino, nada fácil por cierto, pero no imposible de andar.

Malena se hizo mayor, se dedicó a la música, era su compañera de viaje, la música era "la llave que abriría la puerta al mundo interior".
Poco a poco, lentamente, cada día dando pasos, trabajando y esforzándose mucho, con una única compañera "la música", llegó el día y abrió la puerta que tanto le intrigaba.
Imposible pensaba, allí había de todo, se encontró con muchas cosas, cosas que dolían mucho pero sobretodo encontró a otra Malena que gritaba con todas sus fuerzas pidiendo ser libre.
¡Qué susto más grande! No había nada mágico en el mundo interior, solo dolor, piedras, espinas, oscuridad y una voz clamando libertad.

Los días pasaron, los meses pasaron y los años también pasaron pero Malena pese al horror que encontró en su interior siguió intentando una y otra vez adentrarse sin miedos, abrazando sus miedos, amando sus miedos y ello la llevó a abrazarse, amarse, respetarse y aceptarse a sí misma.

Los días pasaron, los meses pasaron y los años también pasaron. Malena es una una mujer entera y libre porque dio el paso a su mundo interior, abrazó e hizo uno el mundo exterior y el interior dejando libre a aquella voz que gritaba desangrada desde lo más profundo de su ser.
Malena es libre de sí misma.

martes, 14 de octubre de 2014

"SÓLO ES UN JUEGO."


Tan sólo cinco años o seis añitos y ella escuchaba a su abuelo como Heidi junto al suyo.
¿Quién no recuerda a Heidi? no me perdía capítulo, qué dibujos animados más bonitos había en nuestra infancia. Sus colores, la ternura que reflejaban, la moraleja que nos dejaban. ¿Habrá alguno así en las animaciones de hoy? ¡Cómo cambia todo!

¡Cómo cambia todo! piensa Malena hoy. (Malena es el nombre de nuestro personaje la mayor de sus hermanas y su abuelo se llamará simplemente eso... "el abuelo")

La pequeña Malena jugando con sus hermanas, esperando que llegase el domingo y así poder ver y jugar con sus abuelos. Siempre, cada día de la semana deseando que pasara pronto la semana para poder jugar con ellos.
La abuela, siempre seria, poco por no decir nada demostrativa para con sus nietas en cambio el abuelo, hombre alegre, gracioso y le encantaba jugar a las muñecas con las nietas y ellas felices.
Siempre esperando a que llegase el domingo hasta que un día ese sería el peor día, el menos deseado y esperado.

¡Sólo es un juego! el abuelo sentaba a Malena sobre sus piernas y le susurraba al oído "¡Sólo es un juego!" lo repetía cada vez que se encontraban a solas "¡Sólo es un juego!"
Mientras Malena sentada sobre las piernas de su abuelo, este colocaba sus manos en la entrepierna de la niña, ella se volvía a mirarlo y él repetía "¡Sólo es un juego verás cómo te gustará!" Malena bajaba la mirada y aceptaba no sabía qué pasaba.
Era muy difícil para una niña comprender lo que sucedía en ese momento y que aquello ¿podría ser algo malo viniendo de su abuelo a quien quería tanto?.
El abuelo posaba su mano por debajo de la faldita y la acariciaba. "¿Te gusta?" le preguntaba? pero Malena sólo callaba, no sabía distinguir entre el bien y el mal pero algo no iba bien.
Cada domingo en algún momento del día el abuelo repetía estas caricias (como lo llamaba él) en la entrepierna de Malena, pero llegó un día que le dijo además de "sólo es un juego" "¡Quererse el algo bonito y para quererse hay que darse muchos besos!" "¿Tú me quieres verdad?" Malena no dudaba de cuanto quería a su abuelo pero seguía sin comprender, ese juego no era como los otros, como jugar a las muñecas, las escondidas, la mancha,... ese juego era distinto y no se sentía bien. Así fue que su abuelo le dijo que no podía contar a nadie nada sobre este juego, que era un secreto y que sólo Malena y él debían saberlo. Malena en su inocencia lo juró formando un cruz con sus deditos y besándola.

De inmediato el abuelo comenzó a acariciar sus piernas y le daba pequeños besitos en la boca, uno, otro, otro, otro más así hasta que introdujo su lengua dentro de su boquita y le dijo que hiciera ella lo mismo. Así fué pasando el tiempo, los meses ...

Un día Malena se dio cuenta que aquello no podía ser bueno, pero su abuelo la volvía a convencer de que aquello era un secreto y que lo hacía porque la quería mucho pero que no debían saberlo papá, ni mamá, ni la abuela. Un secreto de dos. Otra vez le hacía jurar sobre la cruz formada por sus deditos de que era un secreto.
No pasó mucho tiempo después de aquellos besos y caricias que luego la mano del abuelo comenzó adentrarse entre sus braguitas. A Malena le gustaba y creía que era bueno porque el abuelo se encargó muy bien de hacérselo entender así.

Algunos fines de semana los abuelos venían a por las niñas para llevarlas a su casa a pasar el fin de semana, era divertido pero desde que Malena llevaba guardado el secreto ya no se sentía tan segura en casa de los abuelos, algo había cambiado en ella.

Un noche cuando las niñas se encontraban ya dormidas en casa de los abuelos, él apareció, se arrodilló al lado de la camita de Malena y le susurró al oído "Tengo ganas de estar contigo Malena, ¿Me dejas acariciarte?" Mientras Malena despertaba sentía que el abuelo se metía dentro de la cama junto a ella y comenzaba el juego, la acariciaba en sus partes íntimas, la besaba y le decía despacito "¿Acabaste?" Malena no entendía, pero como esto sucedía muchos fines de semana comprendió las palabras del abuelo.

Malena se fue haciendo mayor ya tenía nueve años cuando el abuelo se apareció junto a su cama una vez más, se deslizó entre las sábanas junto a ella pero esa noche algo pasó, algo cambió en Malena y entendió ¿por qué era un secreto? y que ese juego era malo pero se calló, no dijo nada. El abuelo hizo lo de siempre y luego sacó su pene, le dijo que lo mirara y que lo tocara, Malena lo vio, sintió miedo y vergüenza, no quiso tocar pero entonces el abuelo cogió su manita e hizo que tocara el pene enorme y desagradable. Se notaba la fuerza con la que Malena quería escurrir su mano, sentía mucho miedo y por primera vez ¡Culpa! dichosa culpa, se condenaba "Culpable y llena de vergüenza".
"No pasa nada" susurraba el abuelo, le quitó las braguitas, se recostó sobre ella, la besó e intentó penetrarla pero le dolía tanto que al quejarse Malena el abuelo desistió por temor a que los escuchase la abuela y lo pudiese así descubrir y desenmascarar semejante comportamiento. Una violación en toda regla, sin penetración pero una violación.

Cada domingo se convertía en el día no deseado, cada fin de semana en casa de los abuelos se convirtió en la peor pesadilla pero esto no fue nada. Malena comenzó a negarse, se hacía la dormida y deseaba que el abuelo se fuera de la habitación mientras ella simulaba dormir profundamente. El abuelo le dijo un día "Eres muy mala conmigo que te quiero tanto" "No me gusta que seas mala conmigo" pero Malena que siempre callaba, sólo le contestaba negándose a esos juegos una y otra vez hasta que descubrió que el abuelo comenzó a jugar con otra de sus hermanas pero la pequeña contó a Malena que el abuelo la besaba y jugaban a los novios. Malena estaba furiosa, ya tenía diez años, aún una pequeña niña pero indignada como un adulto. No sabía ¿qué hacer? no podía contárselo a su madre, tenía miedo.

Era frágil y pequeña para enfrentarse ante aquel monstruo que acechaba a su hermana, no podía, no sabía qué hacer. Pero un día, un fin de semana en casa de su abuelo le pidió que la acariciase, que le gustaba y el abuelo le dijo que no, entonces Malena le dijo "si le haces esto a alguna de mis hermanas se lo cuento a mamá y papá" el abuelo se puso furioso y la amenazó "¡si hablas te vas a arrepentir!" y así lo que todo comenzó como un simple juego se transformó en la peor pesadilla de su vida.

Malena sumisa consentía los tocamientos de su abuelo a cambio de que no tocase a sus hermanas, se sentía responsable de ella y era la única forma que tenía para defenderlas de su abuelo. 


Cuando cumplió los once años Malena sentía tanta repugnancia hacia el abuelo que se enfrentó a él sin miedo alguno "Si me vuelves a tocar, si tocas a alguna de mis hermanas lo sabrán mis padres, mis hermanas y yo nos los contamos todo así que lo sabré".
A partir de aquel día todo terminó y aquel juego "¡Sólo es un juego!"Se quemó dentro del baúl de los recuerdos.




"SÓLO ES UN JUEGO."


Tan sólo cinco años o seis añitos y ella escuchaba a su abuelo como Heidi junto al suyo.
¿Quién no recuerda a Heidi? no me perdía capítulo, qué dibujos animados más bonitos había en nuestra infancia. Sus colores, la ternura que reflejaban, la moraleja que nos dejaban. ¿Habrá alguno así en las animaciones de hoy? ¡Cómo cambia todo!

¡Cómo cambia todo! piensa Malena hoy. (Malena es el nombre de nuestro personaje la mayor de sus hermanas y su abuelo se llamará simplemente eso... "el abuelo")

La pequeña Malena jugando con sus hermanas, esperando que llegase el domingo y así poder ver y jugar con sus abuelos. Siempre, cada día de la semana deseando que pasara pronto la semana para poder jugar con ellos.
La abuela, siempre seria, poco por no decir nada demostrativa para con sus nietas en cambio el abuelo, hombre alegre, gracioso y le encantaba jugar a las muñecas con las nietas y ellas felices.
Siempre esperando a que llegase el domingo hasta que un día ese sería el peor día, el menos deseado y esperado.

¡Sólo es un juego! el abuelo sentaba a Malena sobre sus piernas y le susurraba al oído "¡Sólo es un juego!" lo repetía cada vez que se encontraban a solas "¡Sólo es un juego!"
Mientras Malena sentada sobre las piernas de su abuelo, este colocaba sus manos en la entrepierna de la niña, ella se volvía a mirarlo y él repetía "¡Sólo es un juego verás cómo te gustará!" Malena bajaba la mirada y aceptaba no sabía qué pasaba.
Era muy difícil para una niña comprender lo que sucedía en ese momento y que aquello ¿podría ser algo malo viniendo de su abuelo a quien quería tanto?.
El abuelo posaba su mano por debajo de la faldita y la acariciaba. "¿Te gusta?" le preguntaba? pero Malena sólo callaba, no sabía distinguir entre el bien y el mal pero algo no iba bien.
Cada domingo en algún momento del día el abuelo repetía estas caricias (como lo llamaba él) en la entrepierna de Malena, pero llegó un día que le dijo además de "sólo es un juego" "¡Quererse el algo bonito y para quererse hay que darse muchos besos!" "¿Tú me quieres verdad?" Malena no dudaba de cuanto quería a su abuelo pero seguía sin comprender, ese juego no era como los otros, como jugar a las muñecas, las escondidas, la mancha,... ese juego era distinto y no se sentía bien. Así fue que su abuelo le dijo que no podía contar a nadie nada sobre este juego, que era un secreto y que sólo Malena y él debían saberlo. Malena en su inocencia lo juró formando un cruz con sus deditos y besándola.

De inmediato el abuelo comenzó a acariciar sus piernas y le daba pequeños besitos en la boca, uno, otro, otro, otro más así hasta que introdujo su lengua dentro de su boquita y le dijo que hiciera ella lo mismo. Así fué pasando el tiempo, los meses ...

Un día Malena se dio cuenta que aquello no podía ser bueno, pero su abuelo la volvía a convencer de que aquello era un secreto y que lo hacía porque la quería mucho pero que no debían saberlo papá, ni mamá, ni la abuela. Un secreto de dos. Otra vez le hacía jurar sobre la cruz formada por sus deditos de que era un secreto.
No pasó mucho tiempo después de aquellos besos y caricias que luego la mano del abuelo comenzó adentrarse entre sus braguitas. A Malena le gustaba y creía que era bueno porque el abuelo se encargó muy bien de hacérselo entender así.

Algunos fines de semana los abuelos venían a por las niñas para llevarlas a su casa a pasar el fin de semana, era divertido pero desde que Malena llevaba guardado el secreto ya no se sentía tan segura en casa de los abuelos, algo había cambiado en ella.

Un noche cuando las niñas se encontraban ya dormidas en casa de los abuelos, él apareció, se arrodilló al lado de la camita de Malena y le susurró al oído "Tengo ganas de estar contigo Malena, ¿Me dejas acariciarte?" Mientras Malena despertaba sentía que el abuelo se metía dentro de la cama junto a ella y comenzaba el juego, la acariciaba en sus partes íntimas, la besaba y le decía despacito "¿Acabaste?" Malena no entendía, pero como esto sucedía muchos fines de semana comprendió las palabras del abuelo.

Malena se fue haciendo mayor ya tenía nueve años cuando el abuelo se apareció junto a su cama una vez más, se deslizó entre las sábanas junto a ella pero esa noche algo pasó, algo cambió en Malena y entendió ¿por qué era un secreto? y que ese juego era malo pero se calló, no dijo nada. El abuelo hizo lo de siempre y luego sacó su pene, le dijo que lo mirara y que lo tocara, Malena lo vio, sintió miedo y vergüenza, no quiso tocar pero entonces el abuelo cogió su manita e hizo que tocara el pene enorme y desagradable. Se notaba la fuerza con la que Malena quería escurrir su mano, sentía mucho miedo y por primera vez ¡Culpa! dichosa culpa, se condenaba "Culpable y llena de vergüenza".
"No pasa nada" susurraba el abuelo, le quitó las braguitas, se recostó sobre ella, la besó e intentó penetrarla pero le dolía tanto que al quejarse Malena el abuelo desistió por temor a que los escuchase la abuela y lo pudiese así descubrir y desenmascarar semejante comportamiento. Una violación en toda regla, sin penetración pero una violación.

Cada domingo se convertía en el día no deseado, cada fin de semana en casa de los abuelos se convirtió en la peor pesadilla pero esto no fue nada. Malena comenzó a negarse, se hacía la dormida y deseaba que el abuelo se fuera de la habitación mientras ella simulaba dormir profundamente. El abuelo le dijo un día "Eres muy mala conmigo que te quiero tanto" "No me gusta que seas mala conmigo" pero Malena que siempre callaba, sólo le contestaba negándose a esos juegos una y otra vez hasta que descubrió que el abuelo comenzó a jugar con otra de sus hermanas pero la pequeña contó a Malena que el abuelo la besaba y jugaban a los novios. Malena estaba furiosa, ya tenía diez años, aún una pequeña niña pero indignada como un adulto. No sabía ¿qué hacer? no podía contárselo a su madre, tenía miedo.

Era frágil y pequeña para enfrentarse ante aquel monstruo que acechaba a su hermana, no podía, no sabía qué hacer. Pero un día, un fin de semana en casa de su abuelo le pidió que la acariciase, que le gustaba y el abuelo le dijo que no, entonces Malena le dijo "si le haces esto a alguna de mis hermanas se lo cuento a mamá y papá" el abuelo se puso furioso y la amenazó "¡si hablas te vas a arrepentir!" y así lo que todo comenzó como un simple juego se transformó en la peor pesadilla de su vida.

Malena sumisa consentía los tocamientos de su abuelo a cambio de que no tocase a sus hermanas, se sentía responsable de ella y era la única forma que tenía para defenderlas de su abuelo. 


Cuando cumplió los once años Malena sentía tanta repugnancia hacia el abuelo que se enfrentó a él sin miedo alguno "Si me vuelves a tocar, si tocas a alguna de mis hermanas lo sabrán mis padres, mis hermanas y yo nos los contamos todo así que lo sabré".
A partir de aquel día todo terminó y aquel juego "¡Sólo es un juego!"Se quemó dentro del baúl de los recuerdos.